¿Dónde está la superficie?
por Sebastián Montalvo
No hay arriba, no hay abajo.
Las algas te enredan
las manos,
los pies.
Te abrazan el torso,
plácidamente se posan en tu cuello,
y aprietan.
El poco aire que queda en tus pulmones
comienza a escapar.
Tus manos intentan encontrar algo que no está ahí,
desesperadas se sacuden frente a ti,
parecen cerrarse en torno a algo invisible,
para agarrarlo con firmeza.
Es tu propio corazón.
Luce viejo,
cansado,
lleva todos estos años bombeando la misma sangre en la que nadas.
¿Y para qué?
El final de una vida yace frente a ti,
sentiste ese vacío sin falta hasta el último de tus días,
fue lo único que nunca te falló,
que nunca te dejó solo.
Falta la pieza que le daría sentido al rompecabezas de tu vida.
Y aquí estás,
aún no sabes la respuesta,
nunca supiste qué hacer.
La única certeza:
eso que tienes por seguro
y crees irrefutable:
Hoy vas a morir.
La luz de la luna ya no llega.
Enmudecidos tus gritos por el agua que te rodea, nunca serán escuchados por nadie.
Comentarios
Publicar un comentario